Final de temporada

Final de temporada
POR MIS PENSAMIENTOS SINDICALISTAS CONCLUIMOS LA PRIMERA TEMPORADA

4 de junio de 2011

ALMA EN PENITENCIA

Su destino estaba sentenciado desde meses antes que naciera. Su prenatal inocencia no pudo demostrarse ante la culpabilidad evidenciada por los delitos imputados de su madre. En un parto no muy hospitalario pues su cama fue de cemento y quienes lo vieron por primera vez no fueron higiénicas y capacitadas enfermeras si no guardianas dentro de una celda del centro de reclusión, nació  un barón en un mundo rodeado de tres paredes y una cortina de barrotes.

Pagaba la pena sin haber hecho nada, la justicia era ciega e injusta en su caso, mas la naturaleza lo condenó a compartir cadenas con su progenitora debido a que la ley en su Estado le daba custodia y potestad para criarlo. En sus primeros meses de vida conoció al sol y a las tiernas amigas de los pabellones que ante la ausencia y el caso especial de esta su compañera, paseaban de celda en celda al crio encarcelado untándolo de costumbres de las cuales amamantaba a su modo. El niño creció y se educo al lado de su madre, quien todos los días forzosamente lo alzaba en sus hombros para enseñarle lo que había más allá detrás de unas montañas bajo un cielo verde por el reflejo de la flora típica de la zona. Sus primeras enseñanzas fueron dadas en el patio donde se tomaba el sol que compartían puesto que es un astro gratuito sin garantías; tiempo transcurrió del mismo modo Roberto ya tenía razón y poco corazón para dejar a un lado las paredes altas, vigiladas, amuralladas y cercadas llenas de mujeres culpables e inocentes que pagaban una sentencia prolongada.

Con más querer y con el dolor que le causaba dejar a su madre, deseaba explorar por vez primera la calle; con armas elaboradas por recomendaciones y mañas artesanales de los salones de clase de la cárcel, salió sin rumbo fijo, visualizando carreteras, objetos nunca antes vistos, hombres de diferentes colores, olores y formas que jamás tuvo la oportunidad de socializar anteriormente. En tal entonces su vida ya recorría la pubertad acompañada por un grosso bigote, ropa fresca y señorial detallada por unos lentes mafiosos que lo protegían de su ya conocido radiante sol, no transcurrieron dos días en la supervivencia mundana y ya pagaba el precio de la clandestinidad el día que hurto como era su hábito para conseguir lo que le faltaba con tan destina y desgraciada suerte que la víctima con otros puñados agregados lo lincharon hasta entregarlo moribundo a la policía. Hurtar era un delito que se condenaba drásticamente pero su adolescencia lo empujo directamente a pasar unos cuantos meses en una correccional de jóvenes hasta que cumpliera la edad suficiente para entregarle su cédula. Por fin la vida le sonrió, para muchos jóvenes reclusos hubiese sido blanco fácil por ser novato, lo que nunca imaginaron fue que vivió antes que ellos las reglas impuestas del mismo calibre en otra cárcel desde antes de nacido, paso de ser un nuevo a liderar una banda que traficaba y extorsionaba a reclusos y guardianes.

Aun vivía de forma gusta adentro lo que no tuvo afuera, fue esquivo al mundo que había más allá de los muros custodiados, solo pensaba en aplicar lo que había vivido desde niño en su nueva casa. Su celda lujosa a comparación de los demás fue desocupada el día que le notificaron la edad alcanzada para rendir indagatoria ante un juez penal, quien le otorgó una oportunidad en el mundo del cual era mezquino. Sin darle tantas vueltas al asunto y a las calles, volvió a actuar de forma voluntaria asesinando en la salida de turno al jefe de guardianes que le había hecho de su vida de paraíso penitenciario un infierno, entregando en arma y cuerpo para ser de nuevo condenado a cuarenta años de prisión.

Años después recibió la noticia inesperada que la mujer que lo había parido, falleció a causa de una pena ahora moral debido a la vida que llevaba convicta consigo y el alma en penitencia de su inocente hijo, quien desconsolado lloró por otros veinte años más su única libertad. Viejo y con olor a humedad pidió como herencia el entierro de su reo cuerpo en el lugar que lo vio nacer y crecer.

Su alma paga una pena en el purgatorio sin tener la culpa de haber nacido injustamente.

Dedicado a: Rosemberg Jaramillo Mejía. Maestro, los mejores reconocimientos son para personas con trayectoria que no dan solo el paso si no dejan la huella al pasar; gracias por pasar y ser mi maestro. Este con Dios.

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