Final de temporada

Final de temporada
POR MIS PENSAMIENTOS SINDICALISTAS CONCLUIMOS LA PRIMERA TEMPORADA

4 de agosto de 2014

UNA PELICULA DE AMOR Y CHANCLA

Cada día de la vida se puede describir como una película, sin importar el género o la trama, cada paso y decisión que se toma es una secuencia para terminar como héroe o villano aun más un miércoles de bambucha con entrada gratis a una película fuera de seriedad.

En la comodidad de la sala premier, enroscados como Caracoli, sumergidos en acolchados muebles que daban más para que Morfeo y Morfea saciaran sus sueños celestiales, que para observar un filme de días del futuro pasado como si revelaran la escena principal de la cinta, frente a la gran pantalla transcurría la noche entre crispeta y gaseosa, apretón de manos y besos para abrigar los fríos labios. Hasta el servicio a la silla era pasivo, alitas de pollo acompañadas de papas en fosforito, fosforito que luego iba a explotar con singulares onomatopeyas. Al finalizar el estreno, en oscuras escaleras los protagonistas descendieron como en un laberinto, perdiéndose de la fraternal compañía que se dirigía al mismo lugar llegada. De la mano llegaron hasta donde la noche se acaba e inicia la madrugada, con sonrisas tímidas y ansiosas, Mariangel tomo de la mano a Thiago invitándolo a contemplar la dulzura de su compañía; dulzura que se combinaba con un agrio presentimiento como si unos ojos estuviesen rondeando desde lejos la decisión inequívoca de seguir al cuarto, un cuarto para las doce, doce discípulos no valieron de compañía. Luego de aceptar pasar, su corazón latía suavemente como al ingresar cautelosamente tras abrir la puerta principal y encontrar todo a oscuras, en un segundo piso con tres habitaciones, una abierta y otra cerrada, tras dar pasos fantasmales abrieron una más con tal frescura e ingenuidad de dejarla de par en par. Con los corazones en la mano, tal vez de amor o susto, los zapatos en el piso, la cartera y el reloj a un lado, fueron olvidados los objetos y recordados los dos sujetos; con el más sincero encierro oscuro, palpitando cada abrazo como si fuera el último, se envolvieron en cobijas de besos y miradas tiernas en una habitación con cortina verde añeja que trataba de opacar la poca luz que ingresaba en la ventana de hierro pintado de blanco frente a un closet con olor a madera nueva que atravesaba gran parte del espacio que iniciaba con una puerta sin chapa de hoja de madera y reposaba en un piso de baldosa negra que soportaba un somier testigo de las blancas intenciones. En el momento cúspide cuando los dos cuerpos eran un solo sueño, los besos decían lo que las palabras no describían y los ojos miraban más allá del alma, de repente se estremeció la puerta principal con unos golpes agitados con tal fuerza que por poco las bisagras salen de su lugar, simultáneamente en el cuarto los dos personajes se apresuraron a acomodar sus cabales pues la puerta fue abierta como tras la estampida de una madre sosegada por la ira y el desconsuelo debido a la sobre protección a su progenitora amada, quien fue lanzada hacia un rincón de un manotazo sin contemplación para dar lugar a un llanto inconsolable y agitado por un aviso de soponcio provocado por la escena del crimen pasional. Como si fuera cómplice de pecados capitales, lo único que alcanzo a agarrar fue su celular y billetera, pues sus sentidos se perdieron como sus zapatos, su reloj y su media que no fue naranja. Entre el llanto, la chancla y la llave que aplico un amigable estrella para poder neutralizar la furia, Thiago salió del cuarto a la sala escuchando la algarabía de los sonámbulos habitantes que lo escudaban; sin poder pensar salió descalzo sin las botas puestas corriendo calle abajo sin escapatoria alguna de marchar sintiéndose perseguido por aire, tierra y mar por batallones armados apuntándole como objetivo militar tras ráfagas de balas a quemarropa, explosiones dirigidas con misiles detonando ondas explosivas que lo llevaron a refugiarse en una única llamada caída como del cielo. Debajo de un puente, oculto entre las luces de un semáforo, como si esta escena cambiara de rojo a verde apareció un ángel fantasmal que sonrió en su ciclomotor salvando un ataque incesante causado por un acto lleno de amor por la patria de su amada, dejando sus botas, brújula de reloj en plena zona de ataque y a su desconsolada adorada.


Los miércoles de bambucha tienen sus descuentos y sus cuentos tras la gran pantalla.

Ñuñe.

27 de marzo de 2014

445

Para muchos los sueños son realidades, para otros son solo imaginarios insignificantes pero en esta historia fue un premio mayor. En febrero de 1996 en la libertad del barrio, entre tormentas de arena por las calles debido a la brisa fuerte motilona e inicios de la adolescencia, en un arrendado primer piso donde no había espacio para correr ni triunfar, en las afueras un butaco con acolchado de caucho debajo de unas escaleras que conducían a un segundo piso de buenas espaldas y hermandad. Cierta noche al cerrar los ojos luego de una escolar jornada de cuadernos, tareas y láminas para el álbum de Caballeros del Zodiaco compradas gracias al aguantar la comida del recreo, trajinado por la ruta de Carcamo que conducía a casa, entre parpadeo lucha con la almohada y somnolencia profunda invoco a Morfeo quien lo transporto a un juego al azar; en un malecón lleno de gente quienes se volcaban a observar un carro amarillo que llamaba la atención por su brillo, figura y por estar encima de una carroza con un letrero que titulaba: Me Rifan. Sigilosamente entre el rio de gente, caminando con misticidad para detallar la algarabía del anunciante que con megáfono en mano promocionaba este último modelo al azar.

Con cuerpo delgado se mezcló entre adultos que se encontraban espectadores alrededor del anunciante, escabullido llego hasta la primera fila y con ojos sorprendidos vio su primer Déjà vu hecho máquina de sueños; tanto el color y la forma colmaron la atención prestada que hasta soñó en el sueño que era un carro sacado de láminas de colección automotrices. La bulla y conmoción obligo a dar unos pasos para poder escuchar mejor la noticia que todo el mundo esperaba, el resultado del número ganador del último modelo con tal destino que escucho al final del sueño: - ¡¡¡… y el ganador es el número 445!!!

Al abrir los ojos en el amanecer lo primero que observo al otro lado de la ventana fue el mismo carro, con incertidumbre no sabía si había aun soñaba o si ya había despertado mas sin embargo un grito desde la sala solicitando ir a la tienda corroboraba la realidad.

Con la alucinación del sueño hecha nudo en la garganta para entender su interpretación, que más persona para descifrar el mismo que su propia madre. Sin guardar ningún detalle declaro lo soñado y con una exclamación abrazo y dijo al somnoliento: -Ojala se te cumpla el sueño.

Incrédula pero con dudas sobre el sueño de su hijo, escucho que en el segundo piso rifaban un Hyundai último modelo con las mismas características detalladas escuchadas; al llegar su esposo del trabajo y servirle la comida a la mesa comento lo soñado y lo relaciono como coincidencia con el carro parqueado al frente y en rifa, motivando a comprar una boleta con el número soñado, pero con una negación rotunda por la incredulidad a estos acontecimientos que fue derrocada por una cara angelical que hizo cambiar la decisión. Corriendo hasta las mil boletas de tres cifras para elegir la soñada, se jugó a la suerte el sueño que podría valer millones de ganancias o un asunto más como tema de mesa burlona.

El número de la suerte meses después jugaba el sueño, con tan mala memoria que se había olvidado todo lo acontecido, el viernes 6 de septiembre mañana y tarde fueron normales, la noche fue diferente pues todos durmiendo fueron despertados por una algarabía que tocaba fuerte y reiteradamente a la puerta que fue ignorada por pensar que se trataba de gente equivocada, hasta tal punto que abrieron una ventana para saber lo que querían: - Se ganaron el carro.

La ingenuidad y cansancio emitieron unos regaños por molestar a esas horas de la noche, pero insistieron a tal punto que gritaron eufóricamente: - Se ganaron el carro.

La madre que no lo podía entender, cayó en razón recordó la fecha y el premio mayor, el organizador de la rifa anuncio la victoria con del carro con el número 445 e inmediato llamaron a distancia al dueño del hogar para informar que la boleta fue la ganadora; entre risas y sueños cumplidos se despertó toda la casa gritando: - Nos ganamos el carro.

¿Coincidencia o casualidad? El carro estuvo siete meses parqueado frente a la ventana. Otros ingenuos de la casa no creyeron y siguieron durmiendo; a la mañana siguiente con baldes y trapos se estrenó el brillo del carro.

Quince días duro la alegría, pues se trataba del primer carro en posesión de la familia, un mal negociante se acercó al carro y lo cambio por una casa, el objeto principal del sueño tenía ahora un mal dueño que lo estrello y lo dejo convertido en chatarra, mientras la casa se convirtió en un sueño cumplido.

A la fecha se espera que los sueños del personaje principal sigan arrojando números afortunados, pues el 445 paso de ser sueño a una realidad y el personaje un enigma que rompió todos los pronósticos inesperados, en fin los sueños no tienen precio, el precio daña mucha veces los sueños.


13 de enero de 2014

¿HUS O UCC? Salud mental

Dado que tenía cita médica en el antiguo hospital González Valencia en horas de la mañana, me dirigí hasta allí en bus para no llegar tarde y no recurrir a la multa aplicada. Al llegar a la carrera 32 me encontré con un par de edificios altos y de color blanco, con tan mala ubicación posicional que dude en cuál era el edificio de mi destino. Sin pensarlo dos veces ingrese por la puerta principal donde un vigilante con extrañeza me observo mas me dejo seguir sin novedad. Lo normal era la cantidad de enfermeras sentadas en las escaleras del patio principal esperando su turno de atención, los médicos tenían uniforme verde y algunos sus batas comunes. Consternado por la desubicación opte por la pregunta necesaria y me acerque hasta el ascensor donde un señor en una silla me ubico de inmediato, - Lo que usted está buscando es en el quinto piso. Inmediatamente la manada me llevo hasta allí, los pacientes de este edificio por lo visto eran muy jóvenes, los pabellones estaban completos de practicantes de medicina, los consultorios eran enormes y con más sillas que camillas, que cosa tan rara. Mirando el papel donde tenía escrito el número de consultorio, el nombre de la doctora y la hora, coincidió que ingrese a donde un letrero me guio: Facultad de medicina. Casi que llego tarde, me reporte con la secretaria y  muy amable me dijo: - Los cupos de atención acá se agotaron, pero si desea lo pueden atender en despacho de la esquina. Como el tiempo premia y la gripa eterna agobia fui hasta donde me indicaron. La secretaria de este consultorio era más encantadora que ninguna otra, me entrego un formulario el cual diligencie y me paso al consultorio de inmediato con la doctora principal.

Era un consultorio diferente, creí hasta cierto punto que la doctora era muy académica pues en las paredes colgaban títulos por doquier. Con un estrechón de manos y sin darme oportunidad de darle mis síntomas, me dio la bienvenida, a lo que me asuste y sorprendí pues a simple ojo me diagnostico un grave padecimiento, me indico que me encontraba en la mejor institución para mejorar ese mal, que por cierto creí que era cognitivo, ya que inicio una ráfaga de preguntas de connotación escolar que abarco mi intelecto y sin menos esperarlo me remitió a unos exámenes que crei necesarios por la preocupación que me dejo la doctora.
Antes de presentar los exámenes, debía consignar una suma alta de dinero para poder realizarlos, sin escrúpulos y preocupado por mi estado de salud deposite el dinero en el banco más cercano y de nuevo me acerque al edificio para los mencionados. En hojas de color verde y blanco diligencie los exámenes y los entregue, me senté en la sala de espera y a la media hora con cara de asombro la doctora me interno por 5 años en este complejo.

Luego de cinco años internado, salí por la puerta principal mire hacia la derecha y observe que el hospital que estaba buscando hace tiempo estaba al lado del edificio en el cual me interne por cinco años, y el edificio que pensé que era el hospital era la Universidad Cooperativa de Colombia.


Las enfermeras eran de la facultad de enfermería, los médicos eran veterinarios.

Que buena equivocación.